En la Solemne Procesión del Silencio y Penitencia, el sonido de los tambores se ha hecho más ronco, y solo se ha visto interrumpido por la bocina, los clarines, y en algunos momentos, algún que otro solo de trompetas o de cornetas, interpretados con emoción.
El Santísimo Cristo de la Buena Muerte, del escultor José María Ponsoda, ha estado acompañado por cientos de files en su salida procesional de cada Jueves Santo, que un año más, a oscuras y acompañado de las velas que portaban los fieles, así como de la luna llena, marcaban el paso de la procesión.
Como suele ser tradición, la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte dedica la “levantá”. En esta ocasión se ha dedicado a Juan Pérez, cofrade de la hermandad durante muchos años y recientemente fallecido.
Tras la imagen de Cristo en la cruz, y presidiendo la procesión, el cura párroco, representantes de cofradías y hermandades, y autoridades locales entre ellos el Alcalde de Pinoso, Lázaro Azorín. Y detrás, cientos de personas con sus velas, bien por una promesa o por el amor que sienten hacia el Cristo que en su agonía despierta pasiones y provoca que las emociones estén a flor de piel.
Al llegar la imagen a la altura de la calle Maisonnave, una saeta ha roto el silencio, a cargo del granadino Juan José Gómez Falcón.
Sobre las 2 de la madrugada el Santísimo Cristo de Buena Muerte llegaba de nuevo al Templo Parroquial a hombros de sus costaleros. Allí los fieles le han demostrado el fervor que le profesan, esperando verle de cerca antes de regresar la imagen a su altar.
