Anastasia Téllez Infantes es todo un referente en materia de violencia de género. Doctora en Antropología Social y Profesora Titular de Antropología Social y Cultural del Departamento de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), dirige el Grupo de Investigación ECULGE (Economía, Cultura y Género) y es subdirectora del Máster de Igualdad de Género en el Ámbito Público y Privado de la UJI-UMH. Fundadora y directora del Seminario Interdisciplinar de Estudios de Género, es integrante del Centro de Interdisciplinar de Estudios de Género (CIEG), miembro de la Comisión de Seguimiento del Plan de Igualdad de la UMH y directora del programa de Doctorado en Estudios e Investigación sobre las Mujeres, Feministas y de Género de 2009 a 2017.
Hace más de 28 años que investiga sobre la construcción sociocultural de las identidades masculinas y femeninas con perspectiva de género, prestando especial atención a la violencia de género y es presidenta del congreso sobre masculinidades.
Aprovechando su participación en el curso de Formación Especializada en Violencia de Género que ha tenido lugar en Pinoso del 19 al 26 de febrero, y en el que se ha encargado de la contextualización de la violencia de género, la detección de situaciones de violencia de género y la legislación existente sobre este grave problema social, los Medios de Comunicación Municipales de Pinoso hemos hablado con ella para profundizar un poco en estos temas.
– Como directora del grupo ECULGE de la UMH de Elche, ¿cómo cree que se pueden mejorar los protocolos de actuación sobre la violencia de género?
– La violencia contra la mujer ha existido desde hace siglos. Sin embargo, en una sociedad que lucha desde hace años a favor de la igualdad y en cambio, sorprende ver que los jóvenes aún mantengan estas conductas violentas hacia sus parejas en pleno siglo XXI. La socialización de género, los mitos, los estereotipos, los ideales de la pareja perfecta, han ido consolidando las mentes de jóvenes y adolescentes, sin apenas ver cambios con los jóvenes de hace 50 años.
Por ello, la prevención del problema es una de las cosas que se ha de trabajar con más fuerza y para llevar a cabo este cambio son necesarios conocimientos y herramientas como las que se han ofrecido en el curso que se ha llevado a cabo en Pinoso.
– Es indudable la existencia de una base cultural que ha favorecido los diversos tipos de violencia de género. Para trabajar la prevención y acabar con la violencia, ¿falta legislación o quizás maneras efectivas de aplicar la existente?
–Cuando pasamos de la dictadura a la democracia se avanzó mucho, sobre todo al final de los 70 y la década de los 80, pero esos avances se frenaron a partir de los 90, hasta que Ana Orantes fue asesinada por su esposo después de que ella describiera su abuso en televisión. A partir de su testimonio, la sociedad española comenzó a reaccionar y se introdujeron reformas encaminadas a proteger a las víctimas de violencia doméstica. Ahí han jugado un importante papel los medios de comunicación, divulgando los casos que van produciéndose desde entonces y dándole mayor importancia y trasladando a la opinión pública una cuestión que hasta entnces se trataba como privada.
Con los jóvenes cambia la visión, ya que a todos esos ejemplos que ven en la televisión o el cine, en la última década se ha añadido el ciberacoso a través de internet y las redes sociales. Algo estamos haciendo mal. Hace unos 15 años, en una reunión entre profesionales universitarios, ya se dejó constancia de un notable incremento en los casos de violencia entre parejas adolescentes. Coincidió en el tiempo con la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Por suerte, el feminismo ha pasado de ser una moda a ser materia académica y ahora incluso podemos encontrar el tema en el programario de los partidos políticos. Sin embargo, seguimos hablando de cultura y códigos de valores que han estado marcados por condicionantes políticos y religiosos de tiempos pretéritos.
– Para el ciudadano de a pie, ¿de qué manera se pueden detectar situaciones de violencia de género y cómo actuar frente a ellas?
– A través de la educación y socialización hemos normalizado unas relaciones de género que en nada favorecen a la mujer. Por ello, hay que educar en igualdad y ahí tienen mucho que aportar los agentes sociales y los medios de comunicación. Existen protocolos de actuación pero hay que invertir en formación, sobre todo dirigida a los agentes sociales, el personal sanitario, asistencial, de emergencias, etc., porque todos los ámbitos de la sociedad han de estar informados y preparados para atajar este grave problema.
Ahora empezamos a ser conscientes de que seguimos siendo machistas y podemos revertir esa situación, pero, ¿de qué sirve proporcionar una coeducación en el aula si en casa el alumnado sigue viendo como se perpetúan los modelos tradicionales? De todos modos y, afortunadamente, estamos en un camino hacia la igualdad que no tiene marcha atrás.
– ¿Hasta qué punto las actitudes machistas siguen presentes y normalizadas en la práctica profesional?
– En una sociedad patriarcal lo femenino siempre está en un escalón inferior. Es una sociedad dualista, binaria, en la que se mantiene una mentalidad machista que comparten tanto hombres como mujeres, reproduciendo el mismo modelo que sus padres y abuelos. Ahí ha de estar el cambio, en mujeres empoderadas pero no machistas. Por ejemplo, si ambos progenitores comparten las tareas de la casa, la mujer no ha de corregir siempre al hombre si ve que no hace alguna de ellas como ella lo haría, porque ese tipo de detalles desautoriza al otro y puede ser origen de conflictos.
– ¿Con qué instrumentos contamos para combatir esta lacra?
La ley española, a pesar de ser muy avanzada, no ha cambiado desde 2004, aunque tras los casos recientes de violaciones múltiples, especialmente el de La Manada, la sociedad ha cambiado la perspectiva. De todos modos, aunque España sea pionera en legislación sobre igualdad, mientras no nos lo tomemos en serio y acordemos educar de otra manera se reproducirá el mismo modelo, en el que ella es igualmente machista al pensar en el mito del príncipe azul, entonar el mea culpa, los celos, el dominador, el maltratador, etc. Ambos han bebido de ese machismo y es difícil salir de esa espiral y cuando la situación económica es más apretada, al miedo físico y psicológico se une el miedo a perder su proyecto de vida con una persona que no es como ella pensaba. De hecho, reconocer que el novioo el marido es un maltratador es un miedo difícil.
Aunque la violencia en pareja dentro de una relación heterosexual en el ámbito privado y familiar es la que más casos origina, también existen otros modelos de violencia de género. De hecho, el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica (Convenio de Estambul), firmado el 11 de mayo de 2011, entró en vigor para España el 1 de agosto de 2014, y en él se recogen como motivos de violencia de género los abortos y matrimonios forzosos, todos los tipos de violaciones, especialmente en guerras, el acoso sexual, la prostitución forzosa y la trata de niñas y jóvenes como esclavas sexuales, y también la mutilación genital.
En este último caso hablamos de una costumbre muy arraigada en tierras africanas y, aunque existe un protocolo en los hospitales de la Comunitat Valenciana para detectar posibles casos de mutilaciones y alertar a las niñas de procedencia africana antes que puedan ser víctimas de estas técnicas ancestrales, no podemos obviar que para sus familias es algo muy normal, porque se trata de rituales por los que ellas mismas han pasado antes al estar establecido en su etnia y su cultura.
– En una sociedad en la que se relativizan tantas cosas y otras se llevan al extremo, actualmente ¿cómo podríamos definir palabras como amor, cariño, romanticismo, afectividad…?
– La violencia de género es la que el hombre ejerce sobre la mujer por el simple hecho de serlo y el cine sigue los mismos estereotipos de décadas atrás, ya que el concepto de amor romántico ha establecido un modelo prolongado en el tiempo, incluso ahora. El patriarcado sigue manteniéndose y ese concepto burgués se sigue transmitiendo a todos los niveles, como hacían nuestros abuelos y abuelas.
Igual ocurre con los cuentos clásicos o en la publicidad. El hombre ideal, valiente y protector, la mujer pasiva, cariñosa y entregada son estereotipos que se repiten constantemente, difícilmente podemos encontrar, incluso hoy día, ejemplos de películas o series donde la relación amor-sexo sea igualitaria.