Día a día, como celoso guardián del pueblo, con el vibrante sonar de su campana, que cala en nuestras mentes imprimiendo nueva fuerza y esencia, nos recuerda incesante el momento del trabajo, medios de transformación, maduración y progreso.
Su historia se remonta a 1887, siendo alcalde D. Francisco Rico Lucas, cuando se acuerda pedir un proyecto para una torre a los arquitectos de Alicante D. José Guardiola Picó y D. Enrique Sánchez Sedeño. En 1889 se compra en Madrid un reloj nuevo, por 11.000 ptas. (el actual), que se compondría de maquinaria, tres campanas (una clásica grande, y dos más pequeñas semiesféricas), cuatro esferas, las pesas para la cuerda y un campanil forjado para su sostén.
Se le da cuerda con una manivela, haciendo subir las pesas que cuelgan de sendos cables de cuerda (como se hace con un cucú). Las pesas son tres: de 500, 200 y 100 kilos; la grande es para las horas, la mediana para los cuartos, y la menor mantiene el reloj en marcha.